Ir al contenido principal

Vamos por la vida como autómatas. Decimos lo que no queremos decir; hacemos lo que no queremos hacer

"La gente aparente estar trabajando. Cuando regresa a casa cada noche, el coche gira hacia la izquierda hasta el garaje; usted aplica el freno cuando llega ante la puerta. No continúe bajo la ilusión de que hace todo esto conscientemente. Todo sucede inconscientemente por la mera fuerza del hábito. Es únicamente en determinados momentos, momentos de gran peligro, cuando, en realidad, estamos alerta. Cuando el peligro es tal que no podemos seguir adelante sin la conciencia, despertamos. Por ejemplo, si un hombre le pone un cuchillo ante su pecho, usted salta hacia la conciencia.... Con excepción de estos pocos momentos de nuestra vida, vivimos como sonámbulos.

Los esposos no ven adecuadamente sus respectivas caras. Si el esposo trata de visualizar el rostro de su mujer, no será capaz de hacerlo. Las líneas de su cara comenzarán a desvanecerse y le será difícil decir si era la misma cara que ha visto los últimos treinta años. Usted no la ha visto nunca, porque, para ello, tendría que haber una persona despierta dentro de usted.

El que está "despierto" aparenta estar viendo pero, en realidad, no es así, porque está dormido por dentro, soñando, y todo le está sucediendo en ese estado de sueño. Usted se enfada y entonces dice : "No sé cómo me he llegado a sentir airado; no quería hacerlo". Luego dice: "¡Perdóneme!, no he querido ser grosero; se me fue la lengua". Ha proferido una obscenidad, y es usted mismo quien niega la intención de haberlo hecho. Los criminales dicen siempre: "Yo no quería matar. Todo sucedió a pesar mío". Esto comprueba que vamos por la vida como autómatas. Decimos lo que no queremos decir; hacemos lo que no queremos hacer...

No se puede confiar en un hombre dormido. Este mundo nuestro es un mundo de gente dormida; de ahí que exista tanta confusión, tantos conflictos, tantas peleas, tanto caos. Todo ello es la obra de personas dormidas.

Existe otra diferencia importante que debemos tener en mente entre una persona dormida y una despierta. Una persona dormida no sabe quién es, de modo que siempre se está esforzando por mostrar a los demás que es esto o aquello. Este es el gran empeño de su vida. Trata de probarse a sí mismo en múltiples formas. Algunas veces se encarama a la escalera de la política y declara: "Yo soy fulano de tal". Otras veces se construye una casa y exhibe su riqueza, o escala una montaña y exhibe su fuerza. Trata por todos los medios de probarse a sí mismo. Y, en todos estos esfuerzos, de hecho, está tratando inconscientemente de encontrar por sí mismo quién es, porque no lo sabe".

Osho, En busca de la trascendencia