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Los padres cuentan la verdad aunque los niños no pregunten nada

¿Debería explicársele a los niños todas las verdades de la vida, independientemente de la edad que tengan?

"Siempre ha sido un problema, en todas las épocas: qué contarle a los niños y qué no contarles. A los padres siempre les ha preocupado mucho. En tiempos pasados, la estrategia consistía en no explicar las verdades de la vida, en evitarlo lo más posible, porque la gente sentía mucho miedo ante las verdades de la vida.

La expresión misma "verdades de la vida" es un eufemismo: oculta algo muy sencillo. No hablar sobre el sexo, incluso evitar la palabra. ¿Qué verdades de la vida? La expresión simplemente sirve para no decir nada sobre el sexo.

La humanidad entera ha vivido en el pasado con ese engaño, pero los niños lo descubren tarde o temprano. Y en realidad suelen descubrirlo más temprano que tarde, y lo descubren mal... Toda su vida sexual puede sufrir las consecuencias de la información errónea que han recogido...

La gente tiene miedo porque sus padres también lo tenían y el miedo se ha contagiado. Y tú tienes miedo y no quieres hablarles a tus hijos.

Tienes que contárselo a tus hijos; es algo que les debes. Y tienes que ser sincera. Que no te asuste la verdad -a la larga la verdad siempre compensa-, y no mientas.

- Mamá, ¿Dios nos da lo que comemos?
- Sí, Barbara.
- ¿Y en Navidad nos trae los regalos Papá Noel?
- Claro
- ¿Y cuando se me cae un diente me trae dinero el Ratoncito Pérez?
- Sí...
- ¿Y la cigüeña trajo a mi hermanito?
- Claro
- Entonces, ¿se puede saber qué pinta papá en casa?

¡Es mejor decir la verdad! Pero no digo que tengáis que abalanzaros sobre vuestros hijos para hablarles francamente, tanto si ellos lo quieren como si no. Eso es lo que ocurre ahora -el otro extremo-, sobre todo en Occidente, porque los psicólogos se empeñan en que hay que contar la verdad. Los padres cuentan la verdad aunque los niños no pregunten nada. También eso es un error. ¡Esperad! Si el niño pregunta, decid la verdad; si no pregunta, no hay necesidad. Significa que aún no ha empezado a interesarle.

Un hombre ya mayor estuvo a punto de atragantarse mientras cenaba cuando su hijo, de ocho años, le preguntó:

- ¿De dónde vengo yo, papá?
- Sonrojándose, el padre contestó:
- Bueno, supongo que ha llegado el momento de que tú y yo tengamos una conversación de hombre a hombre. Después de cenar te hablaré de las abejas y los pájaros.
- ¿Qué abejas ni qué pájaros? -replicó el niño-. Frankie, el chaval que vive en la esquina, me ha dicho que él vino de Chicago. ¡Lo único que quiero saber es de dónde vine yo!

Así que esperad un poco. Ya preguntarán ellos. No hay por qué tener prisa".

Osho, El libro del sexo. Del sexo a la superconsciencia