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Sólo con pensar en lanzarse a una aventura, a un peregrinaje a lo desconocido, el cobarde se encoge. Deja de respirar. Su corazón deja de latir.

          "El hombre todavía no es hombre. Puede llegar a serlo, pero no lo es. El potencial está ahí, pero el potencial tiene que ser realizado. Todavía no es una realidad. Al nacer, sólo hemos nacido a una oportunidad de crecer...
          Ese es el pecado original. Ese es el único pecado que existe: pensar que ya eres aquello que puedes llegar a ser.
          La vida tiene que ser descubierta, creada, realizada. Si no la realizas, sigues siendo, más o menos, una máquina... el hombre tal como existe es una máquina.
          La máquina se ha engañado a sí misma creyendo que es consciente. La consciencia es una promesa, pero uno tiene que explorarla. También es una tarea. La consciencia es una posibilidad pero también se puede fallar. No la des por segura. Todavía no es un hecho. Tú eres la semilla de la consciencia pero tienes que desarrollarte. Una semilla puede quedarse en semilla y no llegar nunca a ser un árbol, puede que nunca sea capaz de florecer... Y recuerda, muchos fracasan; sólo llegan unos cuantos.
          Eso produce cierta ansiedad: que el hombre es una promesa, que el hombre es una aventura, que el hombre todavía no es. En el tipo de persona erróneo produce ansiedad, pero en el tipo de persona correcto produce regocijo.
          ¿Cómo distingo yo el tipo de persona erróneo del tipo de persona correcto? Los cobardes son el tipo de persona erróneo. En los cobardes produce ansiedad. Sólo con pensar en lanzarse a una aventura, a un peregrinaje a lo desconocido, el cobarde se encoge. Deja de respirar. Su corazón deja de latir. Se vuelve sordo como una piedra a esta llamada, a este reto. Este reto se convierte en su enemigo. Ante él se pone a la defensiva.
          Y el tipo de persona correcta para mí es el valiente. Para él esto no supone ninguna ansiedad, al contrario, supone emoción, un reto, una aventura. Dios lo ha llamado. Así que empieza a moverse, empieza a buscar e indagar. Si buscas, hay una posibilidad de encontrar; pero si no buscas, no hay ninguna posibilidad.  Si empiezas a moverte, un día u otro alcanzarás el océano, como lo hacen todos los ríos.  Pero si el movimiento, el dinamismo, la vida, el cambio, te da miedo,  mucho miedo, te convertirás en una pequeña charca.  Irás muriendo poco a poco.  Te irás volviendo más y más sucio, embotado, estancado.  Entonces toda tu vida estará enferma. Entonces tu vida entera será una patología. Y muchos, la mayoría, viven en una especie de patología.
          Un pensador moderno, Lewis Yablonski, acuñó la palabra perfecta para esta patología; él lo llama "robopatología".  Y al hombre que padece esta patología lo llama robópata.  "Robot"  significa máquina, autómata; el que vive una clase de vida mecánica, una clase de vida repetitiva; el que no tiene aventuras; el que lo único que hace es arrastrarse. El que satisface las demandas del día a día pero nunca satisface la demanda eterna, el reto eterno.
          Irá a la oficina, a la factoría, volverá a la casa, cuidará de su mujer y sus hijos, y hará mil y una cosas  -y muy eficientemente-, pero nunca estará vivo, en él no encontrarás vitalidad. Vivirá como si ya estuviera muerto...
          Los cobardes creen que están sanos porque le tienen miedo a la medicina, al médico, a la operación, al quirófano. Le tienen miedo a todo, sencillamente viven en el miedo, viven temblando por dentro.  Lo único que hacen es protegerse a sí mismos. Toda su vida es una larga historia de protección, de defensa. No tienen tiempo para vivir ni energía para crecer...
          Esas son las características de la enfermedad. Pondéralas, porque esas son tus características, las de todo el mundo.  A no ser que te ilumines, esas características te seguirán como tu sombra.  Podríamos definir la iluminación diciendo que es salirse de la "robopatología", hacerse consciente por primera vez, abandonar lo mecánico, dejar de identificarse con lo mecánico, convertirse en un testigo, un estado de alerta, un despertar".

Osho, Sufíes: la gente del camino
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