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Hay millones de personas dispuestas a ser engañadas, que sólo están esperando que llegue alguien y las engañe..., por sus creencias, por sus deseos viciosos, por su codicia.

"Adentrarte en la religión es meterte en un terreno desconocido, inexplorado, donde es fácil que los ladrones campen a sus anchas, te estén esperando; de hecho te están esperando. Algunas veces, aunque esa persona no pretenda engañarte, si tú quieres que te engañen, entonces sucederá. Nadie puede engañarte si realmente tú no estás dispuesto a dejar que lo hagan.

Hace unos días vino un hombre a verme y me dijo: "Me ha estafado un santón, ¡y es un gran yogui!". "¿Qué te ha hecho?",  le pregunté. El hombre me dijo: "Puede convertir un metal en oro. Y me ha enseñado cómo lo hace, lo he visto con mis propios ojos. Entonces me pidió que le trajera todo el oro que tuviera para multiplicarlo por diez. Así que junté todas mis alhajas, pero ha desaparecido con ellas. Me ha engañado".

Todo el mundo le diría que este santón le ha engañado; en cambio, yo le dije: "Lo que te ha engañado ha sido tu codicia. No le eches la culpa a nadie. Eres tonto. La codicia es una tontería. Querías multiplicar por diez tus alhajas, tu mente te ha engañado y esa persona sólo se ha aprovechado de la oportunidad. Él es un hombre listo. El problema eres tú. Si no te hubiese engañado él, lo habría hecho otro".

La cuestión no es quién te engaña. He observado que, cuando alguien te engaña, es porque tú tienes una predisposición a ser engañado. Si alguien te miente, es porque te sientes atraído por la mentira. A un hombre sincero no se le puede engañar. Un hombre que vive con la verdad no será víctima de los mentirosos. Sólo un mentiroso puede engañar a otro; de lo contrario, no sería posible. Hay millones de personas dispuestas a ser engañadas, que sólo están esperando que llegue alguien y las engañe..., por sus creencias, por sus deseos viciosos, por su codicia. No te olvides de que la codicia es codicia tanto en el mundo material como en el espiritual; es lo mismo. Siempre tiene la misma cualidad. Si deseas que alguien multiplique tu oro por diez, es por codicia. Entonces,  si llega alguien y te dice: "Voy a hacer que te ilumines", caerás en la trampa inmediatamente, porque esto también es codicia.

Y yo te digo que el oro puede multiplicarse por diez fácilmente, pero es casi imposible  que otra persona pueda iluminarte, porque no es un juego. Es un camino difícil. De hecho, nadie puede iluminarte, sólo puedes hacerlo tú mismo; el otro, a lo sumo, podrá ser un agente catalizador, pero nada más. En realidad todo ocurre en tu interior; la presencia del otro puede ayudarte, pero eso es todo".

OSHO, Confianza. Vivir espontáneamente y abiertos a la vida.
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