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La voluntad de vivir del niño requiere de un cierto medio que le haga sentir que la vida es un inmenso tesoro que explorar, que está llena de dicha, de danza, de juego; que la vida no es sólo un desierto, que hay inmensas posibilidades.

"Se ha demostrado experimentalmente que si un niño no es criado por gente amorosa --por la madre, el padre y los demás niños de la familia--,  si el niño no es criado por gente amorosa, puedes darle todo tipo de nutrición pero algo en su cuerpo se encoge.  Le das todo lo necesario  --satisfaces todas sus necesidades médicas, le prestas toda clase de atenciones--, pero el niño se va encogiendo. ¿Se trata de una enfermedad?  Sí, para la mente médica todo es una enfermedad; algo debe de andar mal. Investigarán los hechos, el porqué de lo que ocurre. Pero no se trata de una enfermedad.

La voluntad de vivir del niño ni siquiera ha brotado. Requiere de una amorosa calidez, de rostros dichosos, de niños bailando, del calor del cuerpo de la madre... de un cierto medio que le haga sentir que la vida es un inmenso tesoro que explorar, que está llena de dicha, de danza, de juego; que la vida no es sólo un desierto, que hay inmensas posibilidades. Él debería poder ver estas posibilidades en los ojos que le rodean, en los cuerpos que le rodean. Sólo entonces manará el afán de vivir, porque el afán de vivir es casi como un manantial. De otro modo se encogerá y morirá; no de alguna enfermedad física: simplemente se encogerá y morirá...

El niño huérfano se encoge y muere porque su voluntad de vivir no llega a brotar, nunca mana, no llega nunca a ser un manantial que fluye."

Osho, De la medicación a la meditación