Pregunta:
Desde que nació mi hija, a menudo me enfado mucho
con mi hijo de nueve años. Ya no le quiero tanto.
Respuesta de Osho:
"Haz
una cosa: siempre que estés enfadado con él, ve a tu habitación y en vez de
enfadarte con él, expresa tu rabia con un cojín, golpéalo, muérdelo. Pruébalo
unas cuantas veces y te sorprenderás: cambiará tu relación con el niño.
En realidad,
no se trata de amar o de no amar. Si no le amas, todavía es más esencial el no
enfadarte con él. Si le amas, la rabia puede ser tolerada porque la compensas
con amor; pero si no le amas, tu rabia es imperdonable. ¿Me sigues?
Si uno ama, entonces también se puede
aceptar la rabia, porque tú lo compensarás: le amarás más después de la rabia,
no habrá ningún problema y el niño lo entenderá. Pero si no lo amas y además
estás enfadado, es algo realmente imperdonable.
Todo lo que necesitas es expresar la
rabia. Se acumula en ti y él se ha convertido en una excusa: no encuentras a
nadie más para echársela encima, de modo que se la echas a él. Los niños se convierten
en chivos expiatorios porque están desvalidos. Te podrías haber enfadado con tu
marido, pero él no está desvalido. Podrías haberte enfadado con tu padre, pero
tampoco está desvalido. Toda esa rabia se ha acumulado; ahora es canalizada
hacia ese niño desvalido.
0 sea que durante un
mes: siempre que te enfades con él, déjalo ahí, vete a tu habitación, golpea
un cojín, lánzalo, muérdelo. En cinco minutos sentirás que tu rabia ha
desaparecido, y después de la rabia sentirás hacia el niño que sufre mucha compasión. Inténtalo
durante un mes y después será muy sencillo. Durante un mes será un esfuerzo,
porque la costumbre dirá: "Enfádate con el niño", y la mente dirá:
"Esto es una tontería, una locura, enfadarse con un cojín". Una vez
que hayas descubierto su belleza ‑que nadie se hace daño‑, se liberará la
rabia, sentirás compasión por el niño y surgirá el amor.
Y cuando
dices que no amas al niño, tu comprensión no está siendo exacta. Si no lo
amaras tampoco te enfadarías tanto; son dos cosas que van a la vez.
El enfado
no es nada más que amor vuelto del revés, un amor que se ha agriado, eso es
todo. Hay que ponerlo cabeza arriba y se convierte en amor. Por eso la rabia y
el odio no son realmente los opuestos del amor. El opuesto real del amor es la
apatía, la indiferencia. Si no amas al niño, te será indiferente; ¿a quién le
importa? Y mi sensación es que todo esto no tiene nada que ver con el niño;
tiene algo que ver con tu marido, con tu padre, con tu madre.
Piensa en
este niño: está padeciendo tu rabia sin ningún motivo. No puede permitirse el
enfadarse contigo porque sabe que será derrotado, sufrirá más. Seguirá
suprimiendo su rabia y esta rabia un día u otro la arrojará sobre alguien. Si
puede encontrar a una mujer, la torturará. Pero si la mujer es poderosa, como
son las mujeres, entonces no será capaz de torturar a su esposa; torturará a
su hijo. Tendrá que encontrar una excusa en alguna parte, y tendrá que
descargarla. Si no puede descargarla en el niño, en la esposa, entonces lo hará
en los sirvientes o en la oficina; si él es el jefe, torturará a alguien que
esté justo por debajo de él. Y esto no tiene justificación, porque realmente
él te quería torturar a ti pero no pudo. Así es como son las cosas.
Así es
como se transmite la rabia de generación en generación, el odio, los celos; se
van acumulando todo tipo de venenos, y una generación los entrega como herencia
a la siguiente generación.
Por eso,
cada día que pasa la humanidad está más cargada. No se lo hagas a tu hijo
porque arruinarás toda su vida, y él a ti no te ha hecho nada.
Inténtalo
durante un mes y te sorprenderás: en sólo un mes cambiará todo el patrón".
OSHO, El libro del niño. Una visión revolucionaria de la educación infantil
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