“Tu cuerpo tiene su propia sabiduría; lleva en sus células la sabiduría de miles de años.
Tu cuerpo siente hambre y tú ayunas, porque tu religión te
dice que ese día has de ayunar, pero tu cuerpo está hambriento. No confías en
tu organismo, confías en escrituras que están muertas y, porque en un libro
alguien ha escrito que ese día hay que ayunar, tú ayunas.
Escucha a tu cuerpo. Sí, hay días en que tu cuerpo te dice,
'¡ayuna!'; entonces hazlo. Pero no es necesario que escuches las escrituras. El
hombre que escribió esas escrituras, no lo hizo contando contigo, no en
absoluto. No pudo imaginarte. Tú no estuviste en su presencia, él no estaba
escribiendo sobre ti. Es como si te enfermaras y fueses a casa de un doctor
fallecido a consultar sus recetas y encontrases una y comenzaras a seguir la
prescripción. Esa receta se hizo para otra persona, para otra enfermedad, para
otra situación.
Acuérdate de confiar en tu propio organismo. Cuando sientas
que el cuerpo está diciendo que no comas, para inmediatamente. Cuando el cuerpo
esté diciendo que comas, no te preocupes que las escrituras digan que ayunes o
no. Si tu cuerpo te pide comer tres veces al día, fantástico. Si te pide que
comas una sola vez, fantástico.
Comienza a aprender a escuchar tu cuerpo, porque es tu cuerpo.
Estás en él; tienes que respetarlo, y tienes que confiar en
él. Es tu templo; es un sacrilegio el imponer cosas a tu cuerpo. ¡Bajo ningún
motivo se le tendría que imponer nada! Y esto te enseñará no sólo a confiar en
él, te enseñará a confiar poco a poco también en la existencia, porque tu
cuerpo es parte de la existencia. Entonces tu confianza crecerá, y confiarás en
los árboles y en las estrellas y en la luna y en el sol y en los océanos;
confiarás en la gente.
Pero el comienzo de la confianza tiene que ser confiar en tu
propio organismo. Confía en tu corazón.
Un sannyasin es un individuo que confía en su propio
organismo, y esta confianza le ayuda a relajarse en su ser, y le ayuda a
relajarse en la totalidad de la existencia. Le trae una aceptación general de
sí mismo y de los demás.
La confianza da una forma de centrarse, un enraizamiento.
Entonces hay mucha fuerza y poder, porque estás centrado en tu propio cuerpo,
en tu propio ser. Tienes raíces en la tierra.
De otra forma ves a las personas sin raíces, como árboles
que han sido arrancados del suelo. Están simplemente muriendo, no están
viviendo. Es por esto que no hay mucha alegría en la vida. No ves la cualidad
de la risa, hace falta la celebración.
En tu mismo cuerpo, en tu mismo ser, en este mismo momento,
lo divino está ahí, y no lo has celebrado. No puedes celebrar.
La celebración tiene que ocurrir primero en tu propia casa,
a puerta cerrada”.
Osho, The Heart Sutra