Cuando tú miras a través de los ojos de la ira, alguien se convierte en enemigo; cuando miras a través de los ojos de la compasión, cualquiera es un amigo...Cuando amas, dios está por todas partes; cuando odias, por todas partes está el diablo.
"Con la represión, la mente se divide. La parte que aceptas
se convierte en el consciente, y la parte que niegas se convierte en el
inconsciente. Esta división no es natural, la división sucede debido a la
represión. Y en el inconsciente tú sigues arrojando toda la basura que la
sociedad rechaza —pero recuerda, cualquier cosa
que arrojas allí se convierte cada vez más en parte de ti: entra en tus manos,
en tus huesos, en tu sangre, en el latido de tu corazón. Ahora los psicólogos
dicen que casi el ochenta por ciento de las enfermedades son causadas por
emociones reprimidas: muchos paros cardíacos quieren decir que mucha ira se ha
reprimido en el corazón, tanto odio que el corazón es envenenado.
¿Por qué? ¿Por qué el hombre reprime tanto y se vuelve
enfermizo? Porque la sociedad te enseña a controlar, no a transformar, y el
camino de la transformación es totalmente diferente. Porque efectivamente, el
control no es en absoluto la manera, es justamente lo opuesto.
Lo primero: al controlar tú reprimes, en la transformación
expresas. Pero no hay necesidad de expresar frente a alguien más, porque el ‘otro’ es simplemente irrelevante. La
próxima vez que te sientas enojado ve y corre alrededor de la casa siete veces,
y después siéntate debajo de un árbol y observa a dónde ha ido la ira. Tú no la
has reprimido, no la has controlado, no se la has arrojado a alguien más —porque si la lanzas a otro se crea una cadena, debido a que
el otro es tan tonto como tú, tan inconsciente como tú. Si la lanzas a otro, y
si el otro es una persona iluminada, no habrá problema; él te ayudará a
arrojarla y liberarla y a pasar por una catarsis. Pero el otro es tan ignorante
como tú; si le lanzas tu ira él reaccionará. Él te lanzará más ira, él está tan
reprimido como tú. Entonces se hace una cadena: tú se la lanzas a él, él te la
lanza a ti, y ambos os volvéis enemigos.
No se la arrojes a nadie. Es lo mismo que cuando sientes
ganas de vomitar: tú no vas y vomitas sobre alguien. La ira necesita un vómito.
¡Tú vas al cuarto de baño y vomitas! Limpia el cuerpo entero; —si reprimes el vómito será peligroso, y cuando hayas vomitado
te sentirás fresco, te sentirás liberado de un peso, descargado, bien, sano.
Algo estaba mal en el alimento que tomaste y el cuerpo lo rechaza. No continúes
forzándolo dentro.
La ira es sólo un vómito mental. Algo que has tomado está
mal y todo tu ser psíquico desea arrojarlo, pero no hay necesidad de arrojarlo
sobre alguien. Como la gente lo arroja sobre otros, la sociedad les dice que lo
controlen.
No hay necesidad de arrojar la ira sobre nadie. Tú puedes ir
a tu cuarto de baño, puedes dar una larga caminata, lo cual quiere decir que
algo en el interior necesita una rápida actividad para que sea liberado. Sólo
trota un poco y sentirás que se ha liberado, o toma una almohada y golpea la
almohada, lucha con la almohada, y muerde la almohada hasta que tus manos y
dientes estén relajados. En el transcurso de una catarsis de cinco minutos te
sentirás descargado, y una vez que conozcas esto nunca la arrojarás sobre
nadie, porque eso es absolutamente estúpido.
La primera cosa en la transformación, entonces, es expresar
la ira, pero no enfrentándote al otro, porque si tú la expresas sobre otro no
puedes expresarla totalmente. Puede que te guste matar, pero no es posible;
puede que te guste morder, pero no es posible. Pero eso se le puede hacer a una
almohada. Una almohada quiere decir lo ‘ya
iluminado‘; la almohada está iluminada, es un buda.
La almohada no reaccionará, y la almohada no irá a ninguna corte, y la almohada
no traerá ninguna enemistad contra ti, y la almohada no hará nada. La almohada
será feliz, y ¡la almohada se reirá de ti!
La segunda cosa a recordar: sé consciente.
Al controlar, la consciencia no es necesaria; sólo lo haces
mecánicamente, como un robot. La ira viene y hay un mecanismo —de repente todo tu ser se vuelve estrecho y cerrado. Si estás
atento puede que el control no sea tan fácil.
La sociedad nunca te enseña a estar atento, porque cuando
alguien está atento, está completamente abierto. Esto es parte de la consciencia —uno está abierto, y si tú deseas
reprimir algo y estás abierto, es contradictorio, puede salir. La sociedad te
enseña a cerrarte por dentro, a derrumbarte por dentro... no te permite incluso
una pequeña ventana para que algo salga.
Pero recuerda: cuando nada sale, nada entra tampoco. Cuando
la ira no puede salir, tú estás cerrado. Si tocas una hermosa roca, nada entra;
miras una flor, nada entra: tus ojos están muertos y cerrados. Besas a una
persona; nada entra, porque estás cerrado. Vives una vida insensible.
La sensibilidad crece con la consciencia. A través del
control te vuelves apagado y muerto. Eso es parte del mecanismo del control: si
estás apagado y muerto entonces nada te afectará, como si el cuerpo se hubiera
convertido en un alcázar, una defensa. Nada te afectará, ni un insulto ni el
amor.
Pero este control tiene un precio muy alto, un precio
innecesario; entonces se convierte en todo el esfuerzo en la vida: cómo
controlarte —¡y después morir! Todo el
esfuerzo del control se lleva toda tu energía, y entonces simplemente mueres. Y
la vida se convierte en una cosa apagada y muerta; tú de alguna manera la
sobrellevas.
La sociedad te enseña control y condena, porque un niño
controlará solamente cuando siente que algo es condenado. El enojo es malo; el
sexo es malo; todo lo que tiene que ser controlado tiene que hacerse ver como
pecado para el niño, que parezca malvado.
Una profunda condena entra en todo lo que está vivo. Y el
sexo es la cosa más viva, —¡tiene que
serlo! Es la fuente. El enojo es también una de las cosas más vivas, porque es
una fuerza protectora. Si un niño no puede estar enojado en absoluto, no podrá
sobrevivir. Tú tienes que estar enojado en determinados momentos. El niño tiene
que mostrar su propio ser, el niño tiene que estar parado en ciertos momentos
sobre su propio terreno; de lo contrario no tendrá ninguna fuerza que lo
sostenga.
La ira es hermosa; el sexo es hermoso. Pero las cosas
hermosas pueden ponerse feas. Eso depende de ti. Si los condenas, se vuelven
feos; si los transformas, llegan a ser divinos. La ira transformada se
convierte en compasión... porque la energía es la misma. Un buda es compasivo:
¿de dónde viene su compasión? Ésta es la misma energía que se movía en la ira;
ahora no se está moviendo en la ira, la misma energía es transformada en
compasión. ¿De dónde viene el amor? Un Buda es amoroso; un Jesús es amor. La
misma energía que se mueve en el sexo se convierte en amor.
Así que recuerda, si condenas un fenómeno natural se vuelve
venenoso, te destruye, se vuelve destructivo y suicida. Si lo transformas, se
vuelve divino, se convierte en una fuerza de dios, se convierte en un elixir; a
través de él alcanzas la inmortalidad, al ser inmortal. Pero la transformación
es necesaria.
En la transformación tú nunca controlas, simplemente te
vuelves más consciente. La ira está sucediendo: ¡tú tienes que estar consciente
que la ira está sucediendo; —¡obsérvala!
Es un fenómeno hermoso,… energía moviéndose en tu
interior, ¡calentándose!
Es igual que la electricidad en las nubes. La gente estuvo
siempre asustada de la electricidad; pensaban en los viejos tiempos, cuando
eran ignorantes, que esta electricidad era dios que estaba enojado, amenazando,
intentando castigar, —creando miedo para que la gente
se hiciera devota, para que la gente sintiera que dios estaba allí y los
castigaría.
Pero ahora hemos domesticado a ese dios. Ahora ese dios
funciona a través de tu ventilador, a través de tu aire acondicionado, a través
del refrigerador: cualquier cosa que necesitas, dios te la da. Ese dios se ha
convertido en una fuerza doméstica, ya no está enojado y ya no amenaza. A
través de la ciencia una fuerza externa se ha transformado en un amigo.
Lo mismo sucede con la religión y las fuerzas internas.
La ira es igual que la electricidad en tu cuerpo: no sabes
qué hacer con ella. O matas a alguien más o te matas tú mismo. La sociedad dice
que si te matas eso está bien, es asunto tuyo, pero no mates a alguien más; —por lo que respecta a la sociedad eso no está bien. Así que o
te vuelves agresivo o te vuelves represivo.
La religión dice que ambas cosas son incorrectas. Lo
básico es darse cuenta y conocer el
secreto de esta energía, la ira, esta electricidad interna. Es electricidad
porque te calientas; cuando estás enojado tu temperatura se calienta, y tú no
puedes entender la frescura de un buda, porque cuando la cólera se transforma
en compasión todo está en calma. Una profunda calma sucede. Buda nunca está
caliente; él está siempre fresco, centrado, porque ahora sabe utilizar la
electricidad interna. La electricidad es caliente; se convierte en la fuente
del aire acondicionado. La ira es caliente —se
convierte en la fuente de la compasión.
La compasión es un aire acondicionado interno. De pronto
todo está en calma y hermoso, y nada te puede perturbar, y toda la existencia
se transforma en un amigo. Ahora ya no hay enemigos…
porque cuando tú miras a través de los ojos de la ira, alguien se convierte en
enemigo; cuando miras a través de los ojos de la compasión, cualquiera es un
amigo, un vecino. Cuando amas, dios está por todas partes; cuando odias, por
todas partes está el diablo. Es tu punto de vista el que se proyecta sobre la
realidad.
La consciencia es necesaria, no la condena —y con la consciencia la transformación sucede espontáneamente.
Si te haces consciente de tu ira, la comprensión penetra. Sólo observando, sin
juicio, sin decir bueno, sin decir malo, sólo observando en tu cielo interno.
Hay un relámpago, ira, te sientes caliente, todo el sistema nervioso
sacudiéndose y temblando, y tú sientes un temblor por todo el cuerpo, —un momento hermoso, porque cuando la energía funciona puedes
observarla fácilmente; cuando no está funcionando no puedes observar.
Cierra tus ojos y medita al respecto. No luches, sólo mira
lo que está sucediendo — el cielo entero lleno de
electricidad, tanto relámpago, tanta belleza; —simplemente acuéstate en el suelo y mira el cielo y observa. Entonces haz lo
mismo por dentro.
Las nubes están allí, porque sin las nubes no puede haber
ningún relámpago; —nubes oscuras están allí,
pensamientos. Alguien te ha insultado, alguien se ha reído de ti, alguien ha
dicho esto o aquello… muchas nubes, nubes oscuras en
el cielo interno y mucho relámpago. ¡Observa! Es una escena hermosa, terrible
también, porque no comprendes. Es misterioso, y si el misterio no se entiende llega
a ser terrible, te asusta. Y siempre que un misterio se entiende, se convierte
en una gracia, un regalo, porque ahora tienes las llaves —y con las llaves tú eres el maestro".
Osho, And the Flowers Showered