No es por la ropa que se reconoce a una persona, es el aura energética que la rodea lo que la hace distinta y diferente a los demás.
“No es por la ropa que se reconoce a una persona, es el aura energética que la rodea lo que la hace distinta y diferente a los demás.
Mis sannyasins tendrán un sabor diferente. No importa qué ropa usen. No puedes disfrazarte, te descubrirán. Tu misma vibración te hará un extraño.
Pero sin la ropa y el mala, el hecho de que seas un extraño no va a ser ofensivo para nadie. Al contrario, se interesarán: ¿Qué le ha pasado a este hombre, a esta mujer, que es especial? ¿Qué tipo de fragancia rodea a este hombre? Sus gestos lo mostrarán, sus ojos lo mostrarán. La forma en que camina, la forma en que habla, todo lo mostrará. No hay manera de esconder un fuego que está ardiendo dentro de ti. No hay manera de ocultar una luz.
Puedes reconocer fácilmente una casa que está en la oscuridad y no hay luz en ella. Y puedes reconocer desde el exterior de una casa si hay luz en su interior: cada ventana, cada puerta muestra la luz. Es imposible que los meditadores se vuelvan como otras personas que no son meditadores.
Y es bueno que te reconozcan. Eso te da la oportunidad de abrirles tu corazón: que la ropa y el mala se han caído, no por ninguna desilusión, sino porque su propósito está servido. Ahora podemos ser reconocidos sin ellos. Hemos alcanzado la mayoría de edad.
Mucha más gente se convertirá en sannyasins, porque hemos retirado todas las barreras para ellos. El único cambio será que tendrán un nombre espiritual que no es su nombre legal. En el mundo pueden seguir teniendo su nombre legal. Su nombre espiritual les recordará en su trabajo diario que no deben olvidar que se han comprometido a crecer espiritualmente. Y su nombre espiritual será una conexión con una comunidad mundial.
Excepto eso, la meditación sigue siendo su trabajo completo”.
