Ir al contenido principal

¿Quién quiere llegar a ser un nadie?

     "La mente y la meditación no pueden coexistir. No hay forma de tenerlas a ambas. O puedes tener mente o puedes tener meditación, porque la mente es pensamiento y la meditación es silencio. La mente es buscar la puerta a tientas en la oscuridad. La meditación es ver. No surge la cuestión de ir a tientas; ella sabe dónde está la puerta.
     La mente piensa. La meditación sabe.
     Esta es la razón fundamental por la que el hombre no puede volverse meditativo; por la que muy pocos hombres se han atrevido a volverse meditativos. Nuestra formación es de la mente. Nuestra educación es para la mente. Nuestras ambiciones, nuestros deseos, sólo pueden ser satisfechos por la mente. Para llegar a ser presidente de un país, primer ministro, no tienes que ser meditativo, sino cultivar una mente muy astuta. Toda la educación es conducida por tus padres, por tu sociedad, para que puedas satisfacer tus deseos, tus ambiciones. Tú quieres llegar a ser alguien. La meditación sólo puede convertirte en un nadie.
     ¿Quién quiere llegar a ser un nadie?
     Todo el mundo quiere estar más alto en la escalera de las ambiciones. La gente sacrifica toda su vida para llegar a ser alguien.
     Alejandro estaba llegando a India. Una locura había entrado en su mente: conquistar el mundo entero... Y cuando estaba llegando a India... alguien le dijo: "Tú has preguntado muchas veces por un místico, un hombre muy extraño, Diógenes. Él vive cerca. Si quieres verlo, está a un paso de aquí, justo al lado del río"...
     Se habían contado muchas cosas acerca de él, que Alejandro había escuchado y disfrutado. Dijo: "Me gustaría encontrarme con él". Era por la mañana temprano, el sol estaba apareciendo. Diógenes estaba tumbado sobre una playa de arena, tomando el sol...
     También tenía un perro. Esa era su única compañía. Cuando le preguntaron por qué hizo a un perro su amigo, él contestó: "Porque no conozco a ningún hombre que sea digno de ser un amigo"...
     Pero dirigiéndose a Alejandro, dijo: "¿Qué sentido tiene que hayas venido a verme? Un hombre pobre, un don nadie que vive desnudo, cuya única posesión es una lámpara, cuyo único compañero en todo el mundo es un perro...¿Para qué has venido aquí?"...
     Diógenes dijo: "Ya me has visto. Ahora no pierdas el tiempo, porque la vida es corta y el mundo es grande; puede que mueras antes de conquistarlo. Y has considerado alguna vez... si consigues conquistar este mundo, ¿qué será lo siguiente que hagas?, porque no hay más mundo que este mundo. Parecerás simplemente estúpido...¿Qué harás cuando hayas conquistado el mundo?
     Alejandro contestó: "Para ser franco contigo, nunca se me había ocurrido. Quizá cuando haya conquistado el mundo, me relaje y descanse".
     Diógenes se volvió al perro y dijo: "¿Has oído? Este hombre está loco. Me está viendo a mí relajándome, descansando, ¡sin conquistar nada!  Y él se relajará cuando haya conquistado el mundo".
     Alejandro se sintió avergonzado. Era verdad, estaba claro, claro como el agua; si quieres descansar y relajarte, puedes descansar y relajarte ahora. ¿Por qué posponerlo para mañana? Y además lo estás posponiendo para un tiempo indeterminado...
     Toda la sociedad  --tus padres, tus profesores, tus líderes, tus sacerdotes--, todos, quieren que te conviertas en alguien especial, en un Alejandro. Pero si quieres ser meditativo, estarán en contra de ti, porque la meditación significa que le estás dando la espalda a todas las ambiciones".


Osho, Aprender a silenciar la mente