"...desde la misma infancia todo el mundo aprende que el sufrimiento merece la pena. Si eres desgraciado, tus padres están más amorosos. Si estás enfermo, tus padres están más cariñosos. Si eres feliz, sano, a nadie le importa: no te prestan atención. Y la atención es comida para el ego; el ego no puede vivir sin atención, es su respiración misma. De la misma manera que el cuerpo necesita oxígeno, el ego necesita atención. Cuando estás sano, feliz, tus padres no te prestan la menor atención; no hay necesidad. Pero cuando estás enfermo, pasándolo mal, llorando, gimiendo, toda la familia está atenta a tus necesidades, como si hubieras creado una especie de emergencia. Dejan todas sus labores: la madre viene corriendo desde la cocina, el padre deja el periódico, y todo el mundo se centra en ti. Le da una gran satisfacción a tu ego. Y poco a poco aprendes los métodos del ego: permanece infeliz y la gente te prestará atención; permanece infeliz y simpatizarán contigo, te tendrán ...