“Enseñamos a competir.
Desde la primera infancia
añadimos el
veneno de la rivalidad,
la violencia
y la ambición
a las mentes de los niños.
Y
luego asumimos que las escuelas son esto.
No,
son anti-escuelas,
centros de
anti-aprendizaje.
Estas instituciones pervierten la mente del ser humano
y lo
vuelven insano.
De esta manera se enseña la inferioridad,
y el ser humano corre
toda su vida como un loco.
No importa entonces si la carrera es por dinero,
posición
o poder;
el caso es que enseñamos a correr,
la fiebre de correr.
Las
fiebres nunca lo hacen a uno saludable”.