"...la compasión es
terapéutica. ¿Qué es la compasión? La compasión es la forma más pura del amor.
El sexo es la forma más baja del amor, la compasión es la forma más elevada del
amor. En el sexo el contacto es básicamente físico; en la compasión el contacto
es básicamente espiritual. En el amor, la compasión y el sexo se mezclan, lo
físico y lo espiritual se mezclan. El amor está situado a mitad del camino
entre el sexo y la compasión.
Puedes también llamar
oración a la compasión. Puedes también llamar meditación a la compasión. La
forma de energía más elevada es compasión. La palabra compasión es hermosa: la
mitad de ella es pasión de alguna manera
la pasión se ha vuelto tan refinada que ha dejado de ser pasión. Se ha
convertido en compasión.
En el sexo, tú
utilizas al otro, reduces al otro a un medio, reduces al otro a una cosa. Es
por eso que en una relación sexual te sientes culpable...Te sientes
culpable porque estás reduciendo un ser humano a una cosa, a una mercancía para
ser usada y desechada.
Es por eso que en el
sexo también sientes una especie de esclavitud; también te están reduciendo a
una cosa. Y cuando eres una cosa tu libertad desaparece, porque tu libertad
existe solamente cuando eres una persona. Cuanto más persona eres, más libre;
cuanto más eres una cosa, menos libre. Los muebles en tu habitación no son
libres. Si cierras la habitación con llave y regresas después de muchos años,
los muebles estarán en el mismo lugar, de la misma forma; no se acomodarán de
una nueva manera. No tienen libertad. Pero si dejas a un hombre en la
habitación, no lo hallarás igual ni siquiera al día siguiente, ni siquiera al
momento siguiente. Tú no puedes encontrar al mismo hombre de nuevo...
En el amor, hay
gratitud, hay un profundo agradecimiento. Tú sabes que el otro no es una cosa.
Sabes que el otro tiene una grandeza, una personalidad, un alma, una
individualidad. En el amor tú das libertad total al otro. Por supuesto, tú das
y tomas; es una relación de dar-y-tomar pero con respeto.
En el sexo hay una
relación de dar-y-tomar sin respeto. En la compasión, tú simplemente das. No
hay idea en ningún lugar de tu mente de conseguir algo a cambio; simplemente compartes.
¡No es que nada llegue! regresa por millares, pero eso se da sólo por
añadidura, sólo como una consecuencia natural. No es algo que se anhele.
En el amor, si tú das
algo, en lo profundo sigues esperando que sea devuelto. Si no vuelve, te
quejas. Puede que no lo digas, pero de una y mil maneras puede deducirse que te
estás quejando, que estás sintiendo que has sido engañado. El amor parece ser
un regateo sutil.
En la compasión tú
simplemente das. En el amor, estás agradecido porque el otro te ha dado algo.
En la compasión, estás agradecido porque el otro ha tomado algo de ti; estás
agradecido porque el otro no te ha rechazado. Tú habías llegado con energía
para dar, habías llegado con muchas flores para compartir, y el otro te lo
permitió, el otro fue receptivo. Estás agradecido porque el otro fue receptivo.
La compasión es la
forma más elevada del amor. Mucho regresa por millares, digo yo pero ése no es
el punto, tú no lo anhelas. Si no está viniendo no hay queja sobre ello. ¡Si
está viniendo estás sorprendido simplemente! Si está viniendo, es increíble. Si
no está viniendo no hay problema; nunca habías dado tu corazón a alguien como
regateo. Tú simplemente lo rocías porque tienes. Tienes tanto que si no lo
rocías te sentirás agobiado. Justo como una nube que al estar llena de agua de
lluvia tiene que regarla. Y la próxima vez cuando una nube esté regando observa
silenciosamente, y siempre escucharás, cuando la nube ha regado y la tierra ha
absorbido, siempre escucharás a la nube decir a la tierra: 'Gracias'. La tierra
ayudó a la nube a descargarse.
Cuando una flor ha
florecido, tiene que repartir su fragancia a los vientos. ¡Es natural! No es un
regateo, no es un negocio; ¡es simplemente natural! La flor está llena de
fragancia; ¿qué va a hacer? Si la flor guarda la fragancia para sí misma
entonces la flor se sentirá muy, muy tensa, en una angustia profunda. La mayor
angustia en la vida se da cuando no puedes expresar, cuando no puedes
comunicar, cuando no puedes compartir. El hombre más pobre es aquél que no
tiene nada que compartir, o que tiene algo que compartir pero ha perdido la
capacidad, el arte, de compartirlo; entonces es un hombre pobre.
El hombre sexual es
muy pobre. El hombre amoroso es más rico comparativamente. El hombre de
compasión es el más rico; está en la cima del mundo. No tiene ningún
confinamiento, ninguna limitación. Él da y se maneja simplemente a su manera.
No espera siquiera que le des las gracias. Con enorme amor comparte su energía.
A esto yo lo llamo terapéutico".
Osho, A Sudden Clash of Thunder