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Tus hijos no han nacido para satisfacer tus gustos y disgustos. Tienen que vivir su vida, y debes alegrarte de que vivan su vida, sea la que sea

Amado Osho:

Haberte oído hablar la otra mañana sobre nuestra infancia y el espíritu competitivo me ha hecho pensar en mi propia educación. Me he dado cuenta de que durante 21 años seguidos, cada suceso escolar -desde jugar en el jardín y los deportes oficiales hasta la gramática latina- ha sido básicamente un ejercicio sobre cómo ganar al de al lado. Me parece que ha sido la experiencia más dañina de mi vida. No puedo pensar en un sistema más perfecto para destruir a los niños y hacer que estemos completamente desarmonizados con el mundo que nos rodea.
¿Cómo podemos ayudar a los niños a crecer hasta su pleno potencial sin favorecer este espíritu competitivo?

"Desde el momento en que te planteas ayudar a los niños a crecer sin espíritu competitivo estás en un camino equivocado, porque cualquier cosa que hagas dará a los niños cierto programa. Puede que sea distinto del que tú recibiste, pero estás condicionando a los niños, aunque lo hagas con las mejores intenciones del mundo.

Los árboles crecen y siguen creciendo sin que nadie les enseñe cómo. Los animales, los pájaros, la existencia toda, no necesita programación. La idea misma de programar implica básicamente crear esclavitud, y durante miles de años el hombre ha estado creando esclavos con distintos nombres. Cuando la gente se harta de un nombre, lo reemplaza inmediatamente por otro. Unas cuantas modificaciones en el programa, unos cuantos cambios aquí y allá en el condicionamiento, pero la cosa fundamental sigue siendo la misma: que los padres, la generación anterior, quiere que sus hijos sean de cierta forma. Por eso preguntas por el “cómo”.

En mi opinión, la función de los padres no es ayudar a crecer a los hijos: ellos crecerán sin ti. Tu función es apoyar, nutrir, ayudar a lo que ya está creciendo. No des directrices y no des ideales. No le digas lo que está bien y lo que está mal: deja que lo descubran por propia experiencia.

Sólo hay una cosa que puedes hacer, y es compartir tu propia vida. Diles que has sido condicionado por tus padres, que has vivido con ciertos límites, de acuerdo a ciertos ideales, que debido a estos límites y estos ideales has perdido la vida completamente y que no quieres destruir la vida de tus hijos. Quieres que sean totalmente libres: libres de ti, porque para ellos tú representas el pasado.

Hace falta valor y hace falta un inmenso amor en un padre, en una madre, para decir a sus hijos: “Tenéis que ser libres de nosotros. No nos obedezcáis; depended de vuestra propia inteligencia. Incluso equivocarse es mejor que tener la razón si para ello tienes que ser esclavo. Es mejor cometer errores por cuenta propia y aprender de ellos, que seguir a otra persona y no cometerlos. De esa forma no vas a aprender más que a ser un seguidor, y eso es veneno, puro veneno”.

Es muy fácil si amas. No preguntes “cómo”, porque el “cómo” significa que estás pidiendo un método, una metodología, una técnica; y el amor no es una técnica.

Ama a tus hijos, disfruta de su libertad. Permite que cometan errores. Diles: “No está mal cometer errores. Cometed todos los errores posibles, porque de esa forma aprenderás más. Pero no cometáis el mismo error una y otra vez, porque eso os hará estúpidos”.

Por eso, de mí no obtendrás una respuesta simple. Tendrás que descifrarla viviendo con tus hijos momento a momento, dándoles todas las libertades posibles en las cosas pequeñas.

Por ejemplo, en mi infancia...., y es algo que ha ocurrido durante siglos, a los niños se les enseña: “Ve a la cama temprano y levántate pronto por la mañana. Eso te hará sabio”.

Yo le dije a mi padre: “Me parece raro: me obligas a ir a dormir temprano por la noche, cuando aún no tengo sueño”. Y en los hogares jaina temprano significa muy temprano, porque se cena a las cinco de la tarde, como mucho a las seis. Y después no hay nada que hacer, los niños deben irse a la cama.

Le dije: “Me obligas a ir a dormir cuando mi energía no está preparada para ello. Y cuando tengo sueño por la mañana me arrastras fuera de la cama. ¡Parece una forma muy extraña de hacerme sabio!. Y no veo la conexión. ¿Cómo voy a hacerme sabio porque me obligues a dormir cuando no tengo sueño? Estoy tumbado en la cama durante horas, en la oscuridad..., es un tiempo que podría ser usado de alguna forma, para algo creativo, y tú me obligas a dormir. Pero mi sueño no es algo que esté en tu mano. Uno no puede simplemente cerrar los ojos e irse a dormir. El sueño viene cuando viene; no sigue tus órdenes ni las mías, por eso estoy perdiendo muchas horas de mi tiempo.

Y después, por la mañana, cuando verdaderamente tengo mucho sueño, me obligas a despertar -muy temprano, a las cinco- y me sacas a dar un paseo por el bosque. Tengo tanto sueño que tienes que arrastrarme. No puedo entender que todo esto vaya a hacerme muy sabio. ¡Por favor, explícamelo!

¿Cuánta gente se ha hecho sabia gracias a este proceso? Muéstrame algunas personas sabias: no veo ninguna a mi alrededor. He hablado con mi abuelo y me ha dicho que todo esto son tonterías. Él es la única persona sincera de toda la casa. No le importa lo que digan los demás, y me ha dicho que todo esto son tonterías: “La sabiduría no viene por irse pronto a la cama. Yo he estado acostándome temprano toda mi vida -setenta años- y aún no soy sabio, ¡y no creo que vaya a serlo!. Ahora lo que me sobrevendrá será la muerte, no la sabiduría. No te dejes engañar por esos proverbios”.

Yo le dije a mi padre: “Piénsatelo otra vez y por favor sé auténtico y verdadero. Concédeme esta parcela de libertad: quiero poder ir a dormir cuando sienta ganas de hacerlo y levantarme cuando sienta que ha llegado el momento y ya no tenga ganas de dormir”.

Lo pensó durante un día y al día siguiente me dijo: “De acuerdo, quizá tengas razón. Hazlo según tu propio criterio. Escucha a tu cuerpo en lugar de escucharme a mi”.

Este debería ser el principio: se debe ayudar a los niños a escuchar a su cuerpo, a escuchar a sus propias necesidades. Lo básico para los padres es proteger a sus hijos para que no caigan en un hoyo. La función de su disciplina es negativa.
Recuerda la palabra “negativa”..., no una programación positiva sino una protección negativa; porque los niños son niños, y pueden hacer algo que les dañe, que les deje lisiados. Asimismo, no hay que darles órdenes de no hacer las cosas, sino explicárselas. No hay que hacer de ello una cuestión de obediencia; hay que permitirles decidir. Simplemente hay que explicarles toda la situación.

Los niños son muy receptivos, y si eres respetuoso con ellos, están dispuestos a escuchar, dispuestos a entender; entonces déjales con su entendimiento. Sólo es cuestión de unos años, al principio; pronto se asentarán en su inteligencia y tu protección no será necesaria en absoluto. Pronto podrán moverse por sí mismos.

Puedo entender el miedo que sienten los padres de que sus hijos sigan direcciones que a ellos no les gustan; pero eso es un problema de los padres. Tus hijos no han nacido para satisfacer tus gustos y disgustos. Tienen que vivir su vida, y debes alegrarte de que vivan su vida, sea la que sea. Pueden convertirse en unos músicos mediocres...

Yo conocí a un hombre muy rico que quería que su hijo, tras ingresar en la universidad, se hiciera médico. Pero al hijo sólo le interesaba la música. Ya no era un aficionado; era conocido por la zona, y donde quiera que hubiera una función, él se presentaba a tocar el sitar y se estaba haciendo cada vez más famoso.

Quería ir a una universidad que está básicamente dedicada a la música. Quizá sea la única universidad en el mundo dedicada por completo a la música; tiene todos los departamentos -danza, distintos instrumentos- y todo el entorno de la universidad es musical.

El padre estaba completamente en contra. Me llamó -porque yo era muy amigo de su hijo- y dijo: “Será un mendigo toda su vida”, porque en la India los músicos no ganan mucho dinero. “Como mucho será profesor de música de alguna escuela. ¿Y cuánto ganará? Lo mismo que pagamos a muchos de los sirvientes de nuestra casa. Y se asociará con la gente equivocada” porque en la India, la música ha estado y sigue estando muy conectada con las prostitutas.

La prostituta india es diferente de cualquier prostituta del resto del mundo. La palabra “prostituta” no hace justicia a su contraparte india, porque realmente la prostituta india está muy versada en música, en danza; e India tiene tanta variedad. Si realmente quieres aprender los aspectos más profundos de la música, del canto, de la danza, tienes que estar con alguna prostituta famosa.

Hay familias famosas; se les llama gharanas. Gharana significa familia. No tiene nada que ver con la familia ordinaria; es la familia formada por el maestro y los discípulos. Hay ciertas gharanas famosas que tienen prácticas que le son propias. En la presentación de una pieza musical o de un baile, las distintas gharanas lo interpretarán de distintas formas, con matices sutiles. Por eso, si alguien quiere realmente introducirse en el mundo de la música, tiene que formar parte de alguna gharana; y no son una buena compañía. Según la gente rica, ciertamente no son una buena compañía.

Pero al hijo no le interesaba la compañía. Desoyó a su padre y fue a esa universidad musical. Y el padre se enfadó tanto que le desheredó.

Como su padre le había desheredado y no tenía otros medios
-porque esta universidad estaba en un área montañosa remota en la que no se podía encontrar empleo- volvió y tuvo que hacer exactamente lo que su padre había predicho, hacerse profesor de una escuela.

Su padre me llamó y me dijo: “Mira, justo lo que te había dicho. De mis otros hijos, uno es ingeniero, otro es profesor universitario, pero este idiota no ha querido escucharme. Lo he desheredado, no recibirá ni un céntimo de mí. Y se quedará en la más pobre de las profesiones: maestro de escuela”.

Pero mi amigo era inmensamente feliz... no le preocupaba verse abandonado por su familia, ni tener que ser pobre toda la vida, ni dejar de recibir su herencia. Estas cosas no le preocupaban; era feliz: “Es bueno que hayan hecho todo esto, ahora puedo formar parte de una gharana. Me sentía preocupado por ellos, porque se iban a sentir humillados. Ahora que me han abandonado, ya no soy parte de ellos y puedo ser parte de una gharana”.

Mientras enseñaba en una escuela, se hizo parte de una gharana y ahora es uno de los mejores músicos; lo importante es que desarrolló lo que sentía que era su potencial. Y cuando sigues tu potencial siempre te conviertes en el mejor. Cuando te desvías del potencial es cuando eres mediocre.

Toda la sociedad está formada por gente mediocre por la simple razón de que nadie es lo que está destinado a ser; es otra cosa. Entonces, haga lo que haga, uno no puede ser el mejor ni puede alcanzar la realización; no puede disfrutar.

Por eso el trabajo de los padres es muy delicado, y es precioso, porque toda la vida del niño depende de él. No le des ningún programa positivo; ayúdale de cualquier manera que él desee.

Por ejemplo, yo solía trepar a los árboles. Ahora bien, hay unos pocos árboles a los que se puede trepar con seguridad porque tienen las ramas y el tronco recios. Puedes ir hasta la misma copa sin temor a que alguna rama se rompa. Pero algunos árboles son muy blandos. Como yo solía trepar a los árboles para coger mangos, jamuns -una fruta deliciosa- , mi familia estaba muy preocupada y siempre enviaban a alguien para impedírmelo.

Yo le dije a mi padre: “En lugar de impedírmelo, por favor explícame qué árboles son peligrosos -para que pueda evitarlos- y cuáles no son peligrosos para que pueda treparlos. Pero si tratas de impedirme trepar hay un peligro: puede que trepe al árbol equivocado, y la responsabilidad será tuya. No voy a dejar de trepar porque me encanta hacerlo”. Verdaderamente, estar en la copa de un árbol, al sol, cuando sopla el viento y todo el árbol danza, es una de las experiencias más hermosas, es muy reconfortante.

Yo dije: “No voy a dejar de hacerlo. Tu trabajo consiste en decirme exactamente cuáles son los árboles a los que no debo trepar, porque puedo caerme de ellos, puedo hacerme fracturas, puedo hacerme daño corporal. Pero no me des una orden estricta como “deja de trepar” porque no la voy a seguir”. Tuvo que venir conmigo, dar una vuelta por la ciudad y mostrarme qué árboles eran los peligrosos. Después le planteé otra pregunta: “¿Conoces en la ciudad a algún buen escalador que pueda enseñarme a escalar incluso los árboles peligrosos?”.

Él dijo: “¡Eres demasiado! Estás yendo demasiado lejos. Me habías dicho, yo había entendido que...”

Yo dije: “Lo cumpliré porque yo mismo te lo he propuesto. Pero los árboles que dices que son peligrosos son los más irresistibles, porque en ellos crece el jamun”, que es un fruto indio. “Es verdaderamente delicioso cuando está maduro y puede que no resista la tentación. Eres mi padre, es tu deber..., debes conocer a alguien que pueda ayudarme”.

Me dijo: “Si hubiera sabido que ser padre iba a ser tan difícil, no lo habría sido, ¡al menos tuyo!. Sí, conozco a un hombre”; y me presentó a un anciano que era un trepador muy especial, el mejor.

Era leñador, y era tan mayor que uno no podría creerse que pudiera cortar leña. Sólo hacía trabajos esporádicos, trabajos que nadie más quería hacer...; cortaba las ramas de grandes árboles que se extendían hasta las casas. Era un experto, y lo hacía sin dañar las raíces ni las casas. En primer lugar ataba las ramas a otras ramas con cuerdas. Después las cortaba y tiraba de ellas con las cuerdas, alejándolas de las casas y dejándolas caer al suelo.

¡Y era tan viejo!,. Pero cuando se daba una situación en la que ningún otro leñador estaba dispuesto a acudir, él sí lo estaba. Por eso mi padre le dijo: “Enséñale cosas, en particular sobre los árboles peligrosos, los que se pueden romper”. Las ramas pueden romperse... y yo ya me había caído dos o tres veces; todavía tengo las marcas en las piernas.

El anciano me miró y dijo: “Nunca había venido nadie, ¡sobre todo un padre que trae a su hijo...! Es peligroso, pero si a él le gusta, yo estaré encantado de enseñarle”. Y me enseñó a trepar los árboles peligrosos.

Me mostró todo tipo de estrategias para protegerme: si quieres escalar a lo alto de un árbol y no quieres caer al suelo, en primer lugar átate con una cuerda a un punto del árbol que sientas lo suficientemente fuerte y después sube. Si te caes, te quedarás colgando de la cuerda, pero no caerás al suelo. Y aquello me ayudó mucho, ¡desde entonces no me he caído nunca!.

La función de un padre o de una madre es genial porque trae un nuevo invitado al mundo, que no sabe nada, pero trae consigo un potencial. Y a menos que el potencial se desarrolle, no será feliz.

A ningún padre le gusta pensar que su hijo va a ser infeliz; todos quieren que sus hijos sean felices. Sencillamente, lo que ocurre es que la forma de pensar de los padres está equivocada. Piensan que si sus hijos se hacen médicos, si se hacen profesores, ingenieros, científicos, entonces serán felices. ¡Pero los hijos no saben! Sólo pueden ser felices si hacen lo que han venido a hacer. Sólo pueden desarrollar la semilla que llevan dentro de sí mismos.

Por eso, ayuda de la forma que puedas a dar libertad, a dar oportunidades. Ordinariamente, si un niño pregunta algo a su madre, la madre dice simplemente no, sin ni siquiera escuchar al niño y lo que está pidiendo. “No” es una palabra de autoridad, “sí” no lo es. Por eso ni el padre, ni la madre, ni nadie que tenga autoridad quiere decir sí a las cosas más ordinarias.

El niño quiere jugar fuera de la casa: “¡No!”. El niño quiere salir fuera mientras llueve y quiere jugar bajo la lluvia: “¡No! Te vas a enfriar”. Un resfriado no es un cáncer, pero al niño que se le impide bailar bajo la lluvia nunca vuelve a bailar, se ha perdido algo grande, algo realmente hermoso. El resfriado habría merecido la pena; y no es que se vaya a resfriar necesariamente. De hecho, cuanto más lo protejas, más vulnerable será. Cuanto más permisivo seas con él, más inmune será.

Los padres tienen que aprender a decir sí. El 99% de las veces que dicen no, lo hacen simplemente para mostrar su autoridad. No todo el mundo puede ser presidente de un país, no todo el mundo puede tener poder sobre millones de personas. Pero todo el mundo puede ser un marido y puede tener autoridad sobre su esposa; cada esposa puede ser madre y tener autoridad sobre el niño; cada niño puede tener un osito de peluche y tener autoridad sobre él... darle patadas de una esquina a la otra, darle bofetones, bofetones que en realidad le gustaría dar a su padre o a su madre. Y el pobre osito de peluche no tiene a nadie por debajo de él.

Ésta es una sociedad autoritaria.

Lo que digo es que si creamos niños que tengan libertad, que hayan oído muchos “síes” y pocos “noes”, la sociedad autoritaria desaparecerá. Tendremos una sociedad más humana.

Por tanto, no es sólo una cuestión que atañe a los niños. Estos niños formarán la sociedad del mañana: el niño es el padre del hombre”.

Osho, Más allá de la psicología
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