"Y eso es tu vida. Vas cambiando a la otra persona pensando que quizá esta mujer, este hombre, te traerá el paraíso que siempre has estado buscando. Pero todo el mundo te trae un infierno, ¡no falla! Y no se puede condenar a nadie por ello, porque esas personas están haciendo exactamente lo mismo que tú: llevan consigo un yo irreal del que no puede crecer nada. No puede florecer. Está vacío: decorado, pero vacío y hueco por dentro. Por eso, cuando ves a alguien de lejos, él o ella te resulta atractivo. A medida que te acercas, el atractivo se reduce. Cuando te encuentras, no es un encuentro sino un encontronazo. De repente ves que la otra persona está vacía y te sientes engañado, timado, porque no tiene nada de lo que prometía. La otra persona está en la misma situación respecto a ti. Todas las promesas fracasan y os volvéis una carga el uno para el otro, una desgracia el uno para el otro, una tristeza el uno para...