Ir al contenido principal

En este momento puedo decir con certeza que te amo, pero en cuanto a mañana me es imposible decir que te amaré

"Cuando os separáis de vuestro amigo, lo hacéis sin aflicción, pues lo que amáis en él puede tornarse aún más claro en su ausencia...

Hay algo de verdad en esto. La mente humana es tal que comenzamos a dar todo por hecho, por lo que sólo en la ausencia nos damos cuenta de que ésa fue nuestra insensatez: dar algo por hecho.

Vivimos nuestra vida entera sin ser amistosos, sin amor, porque lo hemos dado por logrado. "Siempre son los otros que mueren; yo siempre sigo vivo". Así que postergas vivir. Y todo el mundo posterga vivir sin saber qué le depara el futuro.

Una vez más insisto y recalco: No des nada por sentado. Vive el momento. Y vivir el momento te dará la fuerza para vivir otros momentos, si llegara a haber un futuro. Tu fuerza seguirá creciendo. De otra forma... es triste que haya tantas personas que, cuando están muriendo, se dan cuenta por primera vez de que... "Dios mío, yo estuve vivo setenta años pero siempre estuve postergando. Y ahora ya no hay futuro para postergar".

Nunca hagas promesas, pues puedes no estar en capacidad de cumplirlas. Sé claro: "Yo no soy el dueño del futuro". Pero hay personas que están haciendo toda clase de promesas. Les dicen a sus amantes: "Te amaré siempre". Ésas son las promesas que se convierten en cárceles.

Dile a tus amigos, a tus amantes: "Solamente se me da un momento a la vez; ni siquiera se dan dos momentos juntos. Así que en este momento puedo decir con certeza que te amo, pero en cuanto a mañana me es imposible decir que te amaré. Ayer no estaba enamorado de ti. Tal vez mañana la fragancia del amor, tal como llegó, sin ningún preaviso, se alejará. Entonces seré esclavo de mi propia promesa, avergonzado de mis propias palabras".

Haciendo promesas, cumpliendo tu palabra... toda la humanidad se ha encarcelado. Vive, y vive plenamente, pero hazlo ahora, pues es todo lo que tienes seguro, en la mano".

Osho, Háblanos del amor. Reflexiones sobre El Profeta de Kahlil Gibran