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Tiembla gozosamente, disfruta de su vibración, penetra totalmente en ello, coopera con ello. Deja que el temblor te posea. Sé el temblor en sí… y surgirá una gran realización. El temblor desaparecerá y te quedarás con una paz tal, con un silencio tal como el que uno siente después de una tormenta.

“Convierte este miedo en tu meditación. Y la mente preguntará una y otra vez: ‘¿Por qué? ¿De qué tienes miedo?’. No escuches esa pregunta; esa pregunta es peligrosa. Te llevará a más y más explicaciones verbales; es un camuflaje, una distracción del miedo. Simplemente penetra en el miedo mismo, con un gran amor por esta experiencia. Si aparece el temblor, tiembla; si sientes estremecimiento, entonces estremécete. No hace falta ocultarlo.

No te culpes por ser un cobarde; estos son trucos de la mente. Y la sociedad que te ha convertido en un gran experto en estas cosas, te condena inmediatamente de alguna manera: ‘Eres un cobarde. ¿Por qué estás temblando?’, e inmediatamente tú empiezas a reprimir ese temblor. Ese temblor reprimido creará una gran perturbación en tu ser.

Deja que se produzca: Tiembla gozosamente, disfruta de su vibración, penetra totalmente en ello, coopera con ello. Deja que el temblor te posea. Sé el temblor en sí… y surgirá una gran realización. El temblor desaparecerá y te quedarás con una paz tal, con un silencio tal como el que uno siente después de una tormenta, y sólo después de la tormenta. ¡Y lo que está viniendo hacia ti es una gran tormenta!

No lo ocultes, no luches, no te escapes con explicaciones. ¡Penetra en ello! Penetra en la tormenta. Y siente el miedo; no hay nada malo en ello. El miedo es tan humano como el amor, como la ira. Sé humano y dale la bienvenida al humano que hay en ti. Las viejas religiones han condenado mucho a la humanidad. Yo amo profundamente a la humanidad, con todo lo que es humano. Debido al antagonismo de las viejas religiones con la humanidad, se crearon los hombres de acero. Solían llamarlos santos. Ellos no fueron hombres reales; fueron ficticios porque no sentían el miedo humano, no sentían el amor humano, no sentían la ira humana.

Y no se trata de que hayan ido más allá, porque ¿cómo puedes ir más allá a menos que vayas cada vez más profundamente en ello? Sí, uno va más allá, llega un momento en el que uno va más allá, pero el camino más allá hay que atravesarlo. El camino es a través; no hay otra forma y no hay atajos.

Utiliza por tanto este miedo como una gran experiencia. Penetra en él amorosamente, meditativamente, observando, contemplando… sin tener prejuicio alguno a favor o en contra. Penetra en él sin elección, sin gusto alguno o disgusto. El gusto y el disgusto son enfermedades de la mente... Abandona la enfermedad, penetra simplemente en ello, y tu experiencia será enorme junto con la realización que esta produzca”.

Osho, The Tongue-Tip Taste of Tao