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La travesía empieza en el amor y termina en la iluminación. Y la mitad de la travesía consiste sólo en orar, en un profundo desprendimiento.

“La travesía inicia en el amor y termina en la luz, o en la iluminación. Y el puente es la oración.

Toda la peregrinación de la ignorancia a la sabiduría no es más que una peregrinación de oración. Oración significa: «Soy tan pequeño que nada es posible por medio de mí, a menos de que el todo me ayude». La oración es la rendición del ego ante el todo; rendición no desesperada, sino en comprensión profunda. ¿Cómo podría ir la pequeña ola contra el océano? El mero esfuerzo es absurdo. Pero eso es lo que está haciendo la humanidad entera.

Todos somos pequeñas olas en el vasto océano de la consciencia. Llamemos a ese océano Dios, verdad, iluminación, nirvana, Tao, dharma, todo eso significa lo mismo, que somos parte de un océano infinito. Pero somos olas muy pequeñas; no podemos tener nuestra propia voluntad y no podemos tener nuestro propio destino. El mero deseo de tener nuestra propia voluntad y de alcanzar algunos de nuestros propios deseos es la causa de la miseria.

Orar significa que, al entender la futilidad de la voluntad humana, uno se rinde ante la voluntad divina. Uno dice: «Hágase tu voluntad, venga a nosotros tu reino». Eso sólo es posible si hay un gran amor por la existencia. Por lo tanto, yo digo que la travesía empieza en el amor y termina en la iluminación. Y la mitad de la travesía consiste sólo en orar, en un profundo desprendimiento”.

Osho, Lo primero de la mañana