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El dinero es una cosa extraña

Amado Osho:

He intentado desde hace mucho tiempo escribirte una pregunta sobre el dinero. La pregunta es tan compleja que no puedo ni ponerla por escrito. Tiene que ver con las amistades, la autoimagen, la integridad, la confianza, la inteligencia, la identificación, el abandono, la per­sistencia, la culpabilidad, las relaciones, y lo más importante, con el dis­cipulado.

Por favor, ayúdame con la pregunta y con la respuesta.

"El dinero es una cosa extraña.

Si no lo tienes, la cosa es simple: no lo tienes. No hay complejidad. Pero si lo tienes, entonces ciertamente te va a crear situaciones complejas.

Uno de sus mayores problemas es que nunca puedes saber si te quieren a ti o a tu dinero, si eres deseable o si es tu dinero el que es deseable. Y es tan difícil de averiguar que habrías preferido no tener dinero; al menos la vida habría sido simple.

Hace unos días Hasya me hablaba de la hija de Aristóteles Onassis. Recuerdo haber visto su fotografía cuando Onassis estaba vivo, hace unos diez años. Era un niña preciosa, proporcionada, encantadora. Pero Onassis murió y le dejó mucho dinero; eso le creó una situación infer­nal. Desde entonces ha estado casada tres veces, y los tres matrimonios han fracasado porque pensaba que cada uno de sus maridos amaba su dinero, no a ella.

Y este dilema surge desde el principio mismo: el día de la boda es en realidad el día del divorcio. El día de la boda ella solicita una garan­tía del marido -un documento legal válido ante un tribunal- de que no se llevará su dinero. Si hay divorcio, él no le pedirá dinero. Ahora bien, ¿se puede concebir que un matrimonio merezca la pena cuando el primer día la mujer te pide un escrito con valor legal ante un tribunal de que estás interesado en ella y no en su dinero; y que en caso de divorcio no le pedirás dinero? El divorcio ya ha ocurrido.

En el cuarto matrimonio entró en una situación todavía más proble­mática. Pero antes de describirlo, tengo que comentar otra cosa que esta­ba sucediendo simultáneamente. Ella iba engordando y haciéndose más fea, como si en lo profundo de su psique quisiera probar: «Tú me amas sea yo como sea, bella o fea, delgada o gorda; no me amas por mi dinero.»

Y ahora es tan fea que evita a los fotógrafos, a los medios de comu­nicación: se oculta y no quiere que le saquen fotografías. Quizá es porque no estaba segura de si la amaban a ella o su dinero. Y lo más probable es que la gente que ha estado con ella haya estado por su dinero, no por ella. No recibía amor. La prueba era que comenzó a comer demasiado. Si recibes amor, están tan lleno de amor, el amor te llena tanto que no comes en exceso...

La inmensa fortuna de Onassis ha creado un infierno para la pobre niña, el sentimiento de no ser querida. Y no ha entrado en contacto con un hombre como yo que le podría haber dicho... La cuestión no es que deberías ser amada, la cuestión es que tú deberías amar: ¿Por qué preo­cuparte de las razones que el otro tiene para quererte? ¿Has pensado alguna vez en por qué tú amas al otro? ¿Para qué? Entonces compren­derías la situación. ¿Quizá es por su pelo? Entonces no quieres a ese hombre. ¿Quizá es por sus ojos? Entonces no quieres a ese hombre. ¿Quizá es por su nariz? Entonces no quieres a ese hombre. Si tienes alguna razón para amar, entonces no amas a ese hombre. ¿Por qué mon­tas tanto lío con el dinero?

Deberías amar y ser amada, y deberías ser amada más por tu dine­ro. No hay nada malo en él; tienes algo más que cualquier otra mujer. Por lo demás, cualquier cosa puede empezar a crearte problemas: ese hombre te ama porque tienes una cara preciosa; no te ama a ti. Si tuvie­ras cicatrices en la cara el hombre no te amaría. Este hombre te quiere por­que tienes ojos, si fueras ciega no te amaría. Te estás creando problemas innecesarios. Este hombre ciertamente te ama en tu totalidad, y tu dinero es parte de ti. ¿Por qué separarlo? Eres rica, de la misma forma que otra gente es muy bella; eres rica de la misma forma que otra persona es bailarina. Pero la bailarina no plantea la pregunta: “¿Me amas a mí o al baile?”. Si la plantea tendrá problemas.

En su cuarto matrimonio, para asegurarse, la hija de Onassis encontró a un hombre rico: “Como el mismo es tan rico, que me amará por mí misma, no por mi dinero; es un gran industrial”. Y debido a esto no repitió el ritual de ir al tribunal después de la boda y solicitar el certificado de que en caso de divorcio el hombre no le pediría dinero. Como el hombre era tan rico, le pareció absurdo pedírselo. Pero este hombre demostró ser muy artero, y como no había certificado, se divorció de ella y se llevó casi la mitad de su fortuna.

Ahora bien, algo como el dinero, que podía haber sido un gran pla­cer, se ha convertido en una inmensa angustia. Pero no se trata del dine­ro, es tu mente. El dinero es útil. No es ningún pecado tener dinero, no hace falta sentirse culpable; si fuera de otro modo, todo el mundo debe­ría sentirse culpable: «¿Por qué estoy yo iluminado cuando hay tantos millones de personas que no lo están? Debo suicidarme porque el mundo está lleno de gente que no está iluminada, y yo debo ser muy egoísta por estarlo».

Yo no os pregunto: «¿Por qué me amáis? ¿Me amáis a mí o amáis mi iluminación? Si amáis mi iluminación, entonces ¡se acabó! Entonces no me amáis a mí». ¿Por qué hacer estas divisiones? Así es como tu mente crea miseria. Tienes dinero, ¡disfrútalo! Y si alguien te ama, no le plantees esta pregunta porque le estás poniendo en una situación muy mala. Si te dice que te ama no le vas a creer y si dice que ama tu dinero le vas a creer. Pero si ama tu dinero, se acabó todo el asunto. En lo pro­fundo seguirás sospechando que ama tu dinero, no a ti. No hay nada malo en él: el dinero es tuyo, de la misma forma que la nariz es tuya, y la boca es tuya, y el pelo es tuyo, y este hombre ama tu totalidad. El dine­ro también es parte de ti, no lo separes; entonces no habrá problema.

Intenta vivir la vida con las mínimas complejidades y con los míni­mos problemas que puedas. Está en tus manos; nos creamos problemas innecesarios. Estando conmigo, al menos deberías aprender que todos los problemas son creados; no hay problemas reales.

Esta pregunta es de Avirbhava. Ella ha sufrido por este asunto durante toda su vida y de manera totalmente innecesaria. El dinero debe enriquecer tu vida, hacerla más agradable, y te la está dificultando.

Cuando alguien empieza a quererte, te pones a pensar constante­mente en el dinero: «Este hombre está interesado en el dinero, no en mí». Y aunque estuviera interesado en el dinero...; ¿a quién no le inte­resa el dinero? Simplemente es un ser humano. No es un monje budis­ta, le interesa el dinero. Pero eso no significa que no le intereses tú. Le interesas más porque no sólo eres una mujer, eres una mujer rica.
Disfruta de esta idea y abandona el problema para siempre".

Osho, Más allá de la psicología
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