El hombre valiente se va deshaciendo del pasado, de lo viejo, de lo conocido, y siempre está listo para ir hacia lo desconocido. Necesita agallas porque uno nunca sabe qué va a pasar al momento siguiente.
“Los milagros abundan cuando tienes valor. Suceden a cada momento, porque cada momento el hombre valiente va deshaciéndose de lo conocido. Eso es el valor real. Tenemos que deshacernos de lo conocido. Ya lo viviste, ya lo experimentaste; no hay ninguna necesidad de aferrarse a él. Aferrarse sólo evitará que suceda lo nuevo. Lo nuevo necesita espacio: ¿dónde podría suceder si lo viejo está ocupando ese espacio?
El hombre valiente se va deshaciendo del pasado, de lo viejo, de lo conocido, y siempre está listo para ir hacia lo desconocido. Necesita agallas porque uno nunca sabe qué va a pasar al momento siguiente. Es impredecible. Lo familiar es predecible. Incluso aunque sea miserable, estás familiarizado con eso y te has acostumbrado a ello.
La dicha es sólo para los valientes. La dicha es el constante desprendimiento del pasado. La dicha es morir para el pasado, renacer a cada instante”.
