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Mi observación es que la gente va a templos, sinagogas e iglesias sólo por miedo, no por amor.

“El hombre tiene el potencial de convertirse en una canción de amor, en una danza de amor, pero muy poca gente transforma su potencial en acto. La gente nace como semilla y casi todo el mundo muere como semilla; sus vidas no son nada más que un largo experimento fútil. Y entre más envejezcan, más se frustrarán, naturalmente, porque todas sus esperanzas se hacen añicos, sus deseos no traen nada más que lágrimas, agonía, angustia. Conforme pasa el tiempo, se dan cuenta de que lo que han estado haciendo con su vida no tiene valor. ¿Cómo podrían cantar? ¿Cómo podrían bailar? ¿Cómo podrían sentirse agradecidos con la existencia? Es imposible.


Mi observación es que la gente va a templos, sinagogas e iglesias sólo por miedo, no por amor. Y la gente mayor va con más frecuencia porque le da más miedo la muerte. No van a la iglesia ni al templo porque hayan conocido algo inmensamente valioso en la vida, sino porque la vida se les está escapando de las manos. La gran oscuridad de la muerte se acerca y tienen miedo. Quieren que alguien los proteja.


Ahora saben que su dinero no se va a ir con ellos, que sus amigos no van a estar con ellos, que sus familias los dejarán. Por desesperación, empiezan a aferrarse a la idea de un Dios. Pero no es por amor ni por gratitud. Y un Dios que surge del miedo es un Dios falso. Un Dios que surge del amor es un Dios verdadero.


Toda mi intención aquí es poner a tu disponibilidad ventanas hacia Dios, para que no lo busques por miedo, sino para que vayas por medio de la experiencia de la belleza, de la creatividad, del amor. Y cuando una persona va por medio de esas experiencias, el contacto es inmenso, transformador. Un solo contacto en vida con la divinidad es suficiente, nunca más serás el mismo”.


Osho, Lo último de la noche

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